El condenado a muerte firmó. Donaba su cuerpo al arte, no a la ciencia. Antes el artista le explicó en corto en qué consistía la obra. En la galería se pondría una pecera grande con muchos peces dorados, y a un lado se dispondría una cubeta de plástico con sus restos procesados como alimento para peces y quien quisiera del público en general podría tomar un puñito y alimentar a los dorados nadadores. En su vida había pisado una galería. La idea de pedir pescado en su última cena le provocó risa.
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2 comentarios:
Hey! llegue a ti por mera casualidad, y me voy encantada... un beso =)
-A Israel Barrón-
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