No verás en mi lápida ningún caro data vermibus, no seré carne dada a los gusanos. Lo que sí es que desde que nací voy en la espiral de la vida, que aunque es como el adn, más escalera que resbaladilla, uno cae, y por ende, voy cayendo. Pero desde ese inicio la tierra me ha sido leve, sit tibi terra levis. Ahora que me ves, y que ves mi cadáver y no a mí, requiescat in pace tú y tu carbón. Que como me ves, te ves, aunque nadie te vea. Por ello te regalo el paisaje de mis huesos, y la fortaleza que guardan. El resultado, lo enterraremos en estas palabras y no haremos ninguna clase de funeral, que la vida es para morirla lento.
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2 comentarios:
Inceible... me encantò este relato tuyo, esta prosa...
Rafael Ramìrez...
De nuevo le agradezco a Marilú que haya enviado mi cadáver.
Es un gusto tenerlo conmigo.
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