Allí estaba, en el reflejo. Atolondrada. Luna de agua plateada. Pateada. Me cansé de desquitarme a través de un lago. Lancé piedras. Inútil faena. No hay modo de llegarle. Está bien lejos, y está bien bella. Todas mis súplicas de que sea mi novia, nada más las ignora. Creo que está bien su distancia, o ante sus rechazos ya la hubiera agarrado a trompadas.
Eva Mondragón
Ana Valderrama
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