26/8/08

TEXTÍCULO PERSUASIVO


Mataba. Diariamente mataba. Los treinta y cinco pollos que mataba servían para alimentarles. Mataba. Los pollos armaban un sacudirse moribundos del carajo. Bañado en sangre, amoroso, se acercaba cada tarde para alimentarlos. Mataba. Y saciaba el hambre de ambos con las aves que inmisericorde mataba. Eso, hasta el día en que de un zarpazo, el tigre lo atrajo hacia el fondo de la jaula, en donde el león y él, con métodos poco ortodoxos, se tomaron el trabajo de convencerle de que matar galliformes sin espolones ni grandes carúnculas rojas no era muy de gentilhombre que digamos, ni apropiado, ni bienhechor, ni mucho menos.


Danner González

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