28/5/09

LA CONDENA


Lázaro no morirá sobre la tierra. Pero ha muerto, definitivamente, para el cielo.
Carlos Fuentes –La región más transparente-



Hasta entre los hijos de puta hay clases. Y más vale conocer el carácter de cada una y saber distinguirlas: tienen sus códigos de honor, sus ritos, sus lenguajes… no hay nada más mal visto que los tránsfugas, y hasta esos, los golondrinos, apelan a ciertos argumentos. Lázaro nació sin esa gracia. Sin esa o cualquier otra. Y si es que alguna tuvo la perdió al volver de su primera muerte. Se quedó sin casta y el infierno le cerró las puertas. Estaba quietecito en el fondo de la fosa, cómodo en la mortaja, cuando se oyó nombrar desde fuera y, como fue más fuerte su deseo de saber a quién podía ofrecer camorra que el deber de permanencia en el olvido, resucitó y así hizo su leyenda.





Maliyel Beverido

21/5/09

99 CIEN



Bienvenido lectora mío. Estás a un peldaño de ganar el juego. Sólo recuerda, para avanzar, ¿quién no juega a los dados?

















Eva Mondragón

19/5/09

CON EL PERMISO DE CARTESIUS


Su cráneo impacto en el suelo. Y ya no era sino pedazos. Lo absurdo de su caída sólo fue comparable con mis ganas de reunirla. Porque ahí estaban, en el suelo, entre mis manos: una niña diminuta pedaleando el triciclo rosa, los ojos de la madre de su madre, un pupitre de escuela donde pegaba chicles, ella para mí bajo las sábanas, cuatro cachorros en una caja de cartón, los ladridos en la noche, olores, palabras, abstracciones y objetos quebrados. Y ya no era sino un ejército de cucarachas agonizantes. Como cuando se irrumpe con veneno en los rincones de la casa.










Anónimo

PARA FUTUROS EXQUISITOS


Quién bañará tus sueños con agua de mar y cómo besará tus dudas tranquila al hacerte un café por la mañana con las mismas ganas con las que te hago el amor. Sólo yo sé cocinar con las especias de tus deseos y por ello ignoro quién secará tus miedos y esos sudores del ego insoportables para el resto. Cómo sabrá limpiar cada rincón de ese dolor que te hostiga de repente y sin aviso. Además pregunto; quién barrerá el tiempo, peinará tus huesos, doblará tus recuerdos, les lavará lo feo, comprará ecos para hacerlos felizmente entre comidas; quién tenderá al sol sábanas de miel, colores de tu piel, noches de sed y telas para no sentir caer el frío nocturno; quién coserá los botones de tu invención y remendará tus fracasos. Cómo te dará el beso de buenas tardes y un cuerpo, que sin ser de esclava, dé su servicio y sus ganas. Quién moverá con cuchara el té que bebes al volverte viejo, quién estará, como yo hoy, mañana soñando en un comedor, notequemes, corazón, sin mascada, ni alopecia. Quién tejerá un destino y te cubrirá con él y cómo con tus sueños se bañará en agua de mar.






Eva Mondragón

OTOÑO


Cómo conservar tu nombre
si este viento que emana mormullos
tuerce las hojas del invierno.
Universo encerrado
horizontes de falsos sonidos
y tu nombre es reflejo.
El cuerpo de los sueños
comienza a nombrarte
el sueño de los cuerpos
termina por callarnos
porque la luz en que hemos vivido
nos ha estado cegando
y ahora en la oscuridad
la verdad se asoma
y eres posible de atrapar en serio.









Eva Mondragón

YOCASTA


Alguna vez te observamos
fuera de mí, mis ojos
dentro de mí, mi timidez
algo me recordabas mas no lo supe precisar
y nos enamoramos.

Triste noche la noche que me desvestí e hice de las cortinas fantasmas.
Abiertas las ventanas la poesía de mis labios huyó.
Tristes más que nunca hoy mis horas de llanto que no logran conciliarse.

Muerta toda mi timidez
ciegos mis ojos
no puedo ser ahora nadie.
Te llevaste mis sentidos
mis coplas de noche
y mi forma con tu abrazo.

Alguna vez amé y hoy tristes todas por descender de ti
-de tu ignorancia total-
(haber sido niñas y no haber jugado)
quisieran rechazar a todas las esfinges y a todos los designios
por haber pecado en mí
cuando aún era tu madre, aún tenía forma y aún no eras en ellas.







Eva Mondragón

EL PROFETA OLVIDADO



El joven profeta de nombre perdido, quiso poner de manifiesto la potestad divina dada a si mismo. Entre el mundanal humano centró su atención en Aniceto, hombre sin consecuencias, de cuyos actos se desprenden mil tormentos a sus semejantes que no hallan como escarmentarle.
Pero el profeta usó la palabra, y el verbo se convirtió en mandato que transfiguró las piernas de Aniceto en ancas de jamelgo: por las infamias cometidas a las mujeres, sentenció el profeta. Después, los brazos mudaron a garras de león para que no pudiese asir las pertenencias ajenas. Un hocico de jabalí poblado de colmillos le impedirían beber y comer como los hombres dignos; el pelo, los ojos, la carne misma permutó, y así, Aniceto dejó de ser hombre para convertirse en suma de todas las bestias. El castigo satisfizo al profeta. Pero ocurrió que la nueva criatura sintió la dicha en poseer cualidades que antes no tenía, y devoró frente a la multitud horrorizada al profeta con todo y su nombre.







Iván Flores

MARINA SOBRE LIENZO


La mulata dibujó en el muro un barco que la arrancó del cautiverio, Cristóbal su carcelero vociferó la alarma de fuga, persiguieron al dibujo movedizo en el corto trecho de una esquina. Las manos palparon sólo piedra y la vista alcanzó la oscuridad de la pérdida.
Ha burlado la guardia, dijeron iracundos los perseguidores.
Pero Cristóbal siguió fiel a su oficio en tenaz cacería, aprendió algo más que la rústica manera de rastrear prófugos de menores talentos; se instruyó clandestinamente en artes hechiceras, pagó conjuros de palabras desconocidas, y de paso, aprendió a trazar en líneas breves lo necesario para emprender el viaje por las olas de tiza al mundo de la fugada.
El horizonte es una línea que nunca crece.
Y la mulata contempla sobre su cama, el cuadro de Cristóbal que navega por siempre.





Iván Flores

SERÁS


Tanta soledad llega e invade los rincones del amanecer perpetúo
tan perpetúo y trasmutable como el beso.
Tanto invade y aglomera las heridas
como el viento agita al polvo
hecho de sangre y de piel.

Del amanecer al llanto
mi regazo reza una canción
penas de frío apenas de hambre
no sé cuales, no sé cuantas
sí sé donde, en mis rincones.

Acaso tanta soledad me nutre
apacigua como llama abrasadora
mi viento ligero en el susurro último de aliento.
Flaca y triste caigo al polvo volviéndome pedazos
desintegrando mi única creación.
Siendo ceniza.






Eva Mondragón

8/5/09

EL SUICIDA CONTRARIADO 3


[Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertar le. San Juan 11:11]
La Biblia da cuenta de una enfermedad que mató a Lázaro, y de la taumaturgia operada por Jesús cuatro días después frente al sepulcro. Nada nos dicen las escrituras de la naturaleza de esta afección, y en cambio son pródigas en la apoteosis del milagro. A partir de esa arbitrariedad he compuesto esta pequeña historia:


Jesús clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven afuera!
Y el que había muerto salió.





Aldebarán Toledo

7/5/09

EL OMNÍGLOTA


[Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo,
y hagámonos un nombre por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
Génesis, 11:4
]

Bazil hablaba y escribía con envidiable perfección todos los idiomas de la Tierra. Sentado en su escritorio, en el medio del silencio y bajo la apenas luz de una lámpara, fatigaba las horas en el oficio de la traducción. Incontables volúmenes y manuscritos se erguían por todo el suelo de su habitación hasta rozar el techo. Una babel se extendía desde su cerebro hasta la punta de su lengua y por todas las afluentes de su pluma.
Y descendió Jehová. Lo dispersó y confundió sus pedazos el 26 de abril de 1937, con las primeras bombas de la legión germana.






Aldebarán Toledo

CARTESIUS



Su cráneo impactó en el suelo desde el alto edificio. Lo absurdo de su caída sólo fue comparable con lo mío de abrirme paso entre el grito y la morbosa muchedumbre, para recoger, para reunir sus pedazos. Y ahí estaban, en mis manos y por todo el suelo: una niña diminuta pedaleando el triciclo rosa, los ojos de su madre, un pupitre de escuela donde pegaba chicles, ella y yo bajo las sábanas, rostros y rostros, cuatro cachorros en una caja de cartón, noches, palabras escritas, olores, sonidos innumerables, abstracciones y formas, objetos diminutos y exactos, mueckianos, pululando agonizantes como las cucarachas cuando se irrumpe en la húmeda quietud de los aljibes rociando insecticida.







Aldebarán Toledo

6/5/09

302



No es habitación de hotel, aunque lo parece. es suma y arresto. una cama dividida en dos sin adán ni eva. es la religión del verbo donde la carne se acentúa. es un juego. un libro abierto e interminable. un no quiero pasar la página. un me resistámonos tú a su olvido. es una caja china dentro de una caja gris y finita. es la hora de las brujas más dos minutos. como decir que es la hora de la magia, la hechicería y la conjuración. es un número que sumándose a sí mismo da 5, como los dedos de cada una de tus manos. es 151 del año pasado y 151 de éste. siete y siete, de la suerte, que son 14, y vuelve al 5. el parteaguas que a nadie cubre, ni del sol ni de la lluvia. como lo público que es tan público que de nadie es y cual banqueta, todos usan. Es el número de mi puerta abierta, no hace falta que toques, entra, hoy somos 302 en la cama.







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EFECTO DOMINÓ


Los labios tocan el borde de la taza y prueban un sorbo de nostalgia.
La mujer abandona su café, para sentir el crepúsculo como parte de otros recuerdos.

Una mirada en otra mesa fija la escena, indeciso si nombrarle Sofía a la mujer de recuerdos crepusculares.

El mesero observa al hombre que contempla indeciso a Sofía, imagina cuales serán las palabras que acerquen a los dos a una sola mesa.

Un joven ve al mesero y busca llamarle para pagar la cuenta, mientras su mente comprime los nervios, una y otra vez, que le recuerdan su arma oculta.

El reloj coteja la hora exacta en la muñeca de un conocedor de la violencia, se pregunta si aquel joven capturado por sus catalejos es el que busca.

Juana atraviesa la calle para vender sus flores a aquel sujeto bien vestido que yace dentro de un auto, sostiene en sus manos lo que a ella le parecen unos anteojos raros.

Una pareja ve a Juana y la alcanzan para pedirle un ramo .....











Iván Flores

MEMORIA DEL FUEGO (homenaje a Eduardo Galeano)


¿Qué le dijo una piedra a otra piedra? Le dijo el silencio milenario que almacenó desde su edad de fuego, cuando era suave y dócil en el corazón de la Tierra. Pero el hombre, que piensa siempre que todo y todos se dirigen a él y sólo a él, interpretó aquel silencio como aviesa reserva. Decidido a hacer cantar la piedra, la golpeó con otra. La piedra escupió su secreto mejor guardado con violencia: una piedra le dijo entonces a otra todo su callado sufrimiento, su furia y su indignación, y en memoria de la llama primigenia, brotó una chispa.




Maliyel Beverido




Ilustración: Monotipo de Arturo Hinojos, utilizado con autorización del autor.

AFORISMO DE MAYO



"Lo que no se sabe de la historia habrá que imaginarlo. Si tú… si yo… si nosotros… No sé si lo difícil es extender el condicional o conjugar a la tercera persona. Se necesitan dos para ser dos, y por ahora estoy hablando sola. Esto es un soliloquio, un dialogo de Rorschach, una palomilla de alas deformes. Quisiera hablarte a los ojos, aunque no me escucharas. Cien palabras, dejarte cien palabras anidando en el cuenco de la mano. Las palabras escritas pueden borrarse, las palabras dichas pueden olvidarse, las palabas sólo imaginadas no abandonan la cabeza aunque pierdan el sentido".







Maliyel Beverido








Ilustración: Collage de Christine Aebi_Ochsner utilizado con autorización de la autora.

ADIÓS POLAROID (V)


Hoy voy a bailar en un escenario con luces y telón. Soñé que el flash luminoso me cegaba y bailaba ciega, hasta que perdía piso y me clavaba en el público como si fuera alberca. Desperté empapada. Mi espejo lleno de fotos y los ojos en ellas me miraban. Algunos hasta parpadeaban o me guiñaban el ojo. Saqué del baúl mi vieja polaroid. Una foto. El espejo salió como una garganta negra dentada y todos los ojitos de las fotos en blanco. Rompí la ventana con el armatoste. Mis padres despertaron y trataron de calmar mis “nervios” por la función. Les enseñé la foto y sonrieron, era yo saltando al agua, estaba amarillo el papel, pero no recordaban de qué vacaciones era la foto. Me dieron un te. En la noche, saldré muy amable a decirle al público que está prohibido tomar fotos, así, cuando me clave entre las butacas, nadie registrará la foto.









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ADIÓS POLAROID (IV)



De haber habido fotos, estaría allí, sin estar. Habría sonreído, sin sonrisa, sin dientes, sin labios. Se le verían, tal vez, pero no porque existieran. No es fantasma, se ve y se siente. Más nunca ha existido. De haber habido una polariod, todos hubiéramos visto como aparecíamos junto con su ausencia. Habría allí un hueco, delatando su naturaleza. Pero no. No hubo ni fotos ni polariod. Y se hubiera ofreció a tomarlas con los celulares de todos, para la posteridad, alegando que no era del grupo, que mejor salieran los amigos. Tampoco sacamos los celulares, ignoro por qué. Sólo al final de la velada descifré el enigma. No se reflejaba en los espejos del restaurante, y miraba a mi pobre amigo como debe ver el gato al ratón.








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ADIÓS POLAROID (III)



Ella lo trae mareado. Es perfecta y es perfeccionista. Todo combina, o no. Todo es correcto y adecuado, o no. Vive como en portada de revista. Él ha tenido que cuadrarse. Ella es una sonaja, una muñeca, un bombón, donde entra llama la atención, se antoja por lo menos que se digne a verte. Pronto la hará su prometida y trabajará para el status de vida que desea ella. Lo que no sabe es de la limpieza que van a sufrir una a una sus pertenencias. Como borrón y cuenta nueva. No tiene idea de la hoguera en la que arderán sus trofeos juveniles, los juguetes de colección, y esa caja de zapatos repleta de polaroids de infancia. Tendrá que ser otro, uno nuevo. Combinado. Combinado con ella y con la casa, preparados para cualquier clic digno de portada.








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ADIÓS POLAROID (II)



Soy la amarillenta fotografía que olvidas de vez en vez, tras quién sabe que desorden, y recuperas en cada mudanza. Soy el triste recuerdo con el que te topas cada ardua limpieza y al que le sonríes y agradeces la memoria. Soy por mucho, a la que más atención le has puesto. A mi me tocas, me acercas a tus ojos y me ves cada vez más vieja y ajena, descolorida, aunque lo que encierro permanece, y a diferencia de las toneladas de gigas ahora en tu computadora, tú me viste nacer cien segundos después de aquel presente irrepetible. Conmigo fuiste espontáneo, sonreías pleno, eras joven. Pero no te ves a ti. En mí, la ves a ella, esa chica, tu chica, a quién esa misma noche un motociclista ebrio atropelló.










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LA VIDA EN UN TIC TAC


Sentada en su escritorio, dedicada a su tarea. Cuando se acercaban a saludarla era una figurilla que sólo movía el rabillo del ojo para mirar el entorno. Nadie sabía su nombre, emitía una mueca que podría interpretarse como sonrisa.
Si no fuera por el ligero “tic tac, tic tac” que emitía su teclado, hubiera jurado que no se movía, que no respiraba, que era parte del mobiliario, una saliente de la silla. Me pregunté si tendría un número de registro en el inventario. Estaba día a día, tarde tras tarde, noche tras noche; llegaba primero que todos; se iba cuando el vigilante apagaba la luz. Nunca toqué su mano, nunca emitió un olor a perfume o su paraguas se mojó con la brisa de verano. No tenía voz, sólo su “tic tac” hablaba, sólo esa mísera pista de su existir compartía con el mundo entero, su vida parecía un tic tras un tac eterno.
Siempre me pregunté si alguien habrá leído una línea de lo que aquel personaje tecleaba, o era tan inútil lo que hacía como todo lo demás que la rodeaba, ¿a quién le serviría toda esa vida de tic tac? nunca lo supe.








Colibrí de Caranalio