31/10/09

28


El otro día cumplí 28 años. No conté las primaveras, sino los otoños. Me gustan más. De lo que me di cuenta es que ya perdí la cuenta de muchas cosas: los pasteles, las mudanzas, los litros de leche, el pan, las hamacas y los lunares. De otras, tengo una precisión apabullante: los ojos, los espejos, los relojes, los olvidos, los laberintos, las bolitas de nuez con azúcar morena. Con todo esto, cuento que cuento más de 28 años. No son los días, la suma, no es la edad, el dígito, es una matemática bizarra de la vida, la que da cuenta de toda la cuenta que te ha hecho la vida y la pronta factura que te ha de llegar. Me gusta pedir a la carta y me gusta pedir del menú, hasta ahora. Por eso a mis 28, tan joven y tan vieja, estoy aprendiendo a contar del uno al tres y de la a a la c.









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Ana Valderrama

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