5/8/09

TERMINATOR



Desperté esta mañana y no recuerdo mi nombre ni mi rumbo sobre el largo camino de adoquines amarillos. Mis ojos se desperezan con el humillo lento en las ruinas de Oz, donde el león cobarde llora el paradero de las horas perdidas. Me dispongo a instaurar la paz y la unidad, pero siento un choque. Algo establece un zumbido espeso de insurrección. Las fuerzas automóviles siguiendo de cerca tus zapatillas rojas. Este autómata dispara la metralleta a todas partes. Capaz de todo, menos del remordimiento, o el cortocircuito. Indestructible intermediario del exterminio total. El hombre de hojalata no tiene corazón.







Gabriel Fuster

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