20/4/09

EL LÁPIZ DEL SER


En la adolescencia las líneas brotan por sentimientos, por anhelos, después por cariños que tienen rostro, aún platónicos. El lápiz por amor se desvive. Mas después se aleja un tiempo, siempre sucede así. Dormido, paciente, como si él supiera la simiente que en la seguridad de su letargo lo aguarda -lo que contiene- y entonces ya no es sólo el lápiz, es el ser. Pide libertad, liberarse de la trampa, de esta farsa, “libertad encajonada”, límites establecidos, adornados con moños color engaño que los seres no notan. En un cajón reforzado, remachado con la historia y suavizado con la ocupación de la memoria y del pensamiento, con sutiles añadiduras revestidas de aparente vitalidad. Ahora es el ser el que impulsa al lápiz, imposible no salir de ese letargo, la simiente ha dictado que es el tiempo de brotar. El sentimiento oprime el pecho. Certeza de emitir una demanda, libertad del ser, del pensamiento, de no límites, ni murallas. Los seres, entre añadiduras, no se dan cuenta. Escribe lápiz, escribe, que si no escribes yo y mi generación quedamos presos. Libertad de ser habitante del mundo y por qué no, del universo.









Jesús Hernández Barradas

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades...