20/4/09

GALILEA


Cuando la vi por vez primera
antes que demonio insufrible
me pareció un angelito,
pero me dijeron que habría de cambiar mi opinión
luego de unos días de vivir con ella.
Pegada a mí todo el tiempo
(por esa suerte de relación aún no viciada)
no me deja leer, ni escribir, ni conversar,
ni comer, ni ver la televisión, y a veces
ni siquiera pensar o ir al baño tranquilamente.
Hablando sin parar, saltando de mueble a mueble,
agarrando (y rompiendo) mis cosas,
haciéndome preguntas abstrusas
o demandándome para juegos cuyas reglas jamás entiendo,
el universo (ay, yo en él) gira en torno a ella.
¡Niña, estate quieta y deja a Alde en paz!, ordena su madre.
Eppur si muove.
(Yo tampoco he cambiado de opinión.)








Aldebarán Toledo

1 comentarios:

Anónimo dijo...

con eso o con cualquier otro nombre, creo que conozco esa clase de personajes... parece que quitan el tiempo pero al final dejan historias para recordar y contar
mb