2/4/09

EL DESFILE


Levantaron las antorchas en un desfile giratorio mientras que los azules penachos de maíz agitaron sus manos en ceremonial comparsa. Miraba inquieta Antulia aquellas torres humanas que se ensortijaban en la esquina de la ciudad morada. Sus manos blancas rozaban el crucifijo que pendía de su cabellera espumosa, los ancianos policías se le acercaban y pedían con lágrimas que huyera pronto, que iban a vociferar su nombre y los aplausos caerían sobre ella, no podría escapar nunca. Ella simplemente sonrío y se llevó el crucifijo a la boca y con cínica serenidad, levantó la mano y se esfumó.









Luis Vega

1 comentarios:

Dean dijo...

Me gusta tu estilo. Un saludo.