21/4/09

LIPOGRAMA


Sistemáticamente te hago letra y te omito. De mi alfabeto, de mi vocabulario. De toda palabra que te lleve. Ya no serás ni estarás en mis textos, en mis pretextos, ni en mis contextos. Adiós. Se cabo, tu bundnci, hor hblré y escribiré como un cojo. Pero lo prefiero, clro que lo prefiero, me ls sbré reglr. Lo único mlo, es que no podré borrrte de mis lecturs, te veré, inevitble, ms muy discreto, con plumón negro o gom blnc trsré un indiscret equis que me remrqué tu usenci y me consuele como el sesinosuicid grmtico que me hs vuelto.










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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para continuar con la recién disparada crítica a la autora de la femineidad meliflua (y en realidad a todos los textos, incluidos los míos), nada mejor que un punto de comparación. Éste, que es también escrito por una mujer, no se pierde en idealizaciones genéricas. Un tema, una idea, un sentimiento (me molesta esa palabra para el "arte"), y, sobre todo, un juego. Pues, ¿qué tanto se puede decir (narrativamente) en el radio de cuatro, cien o ciento ochenta palabras? ¿Cuánto podemos hacer con esas palabras? A mí se me ha ocurrido (como supongo que a /\\/ en cierta forma) que, como los niños con los pequeños objetos, no nos queda más que transformarlos en juego; valernos del tratamiento lúdico para alcanzar un efecto literario. Quizá volvernos hacia ese elemento de la comunicación que es lo que constituye el mensaje en sí: lo poético (sí, sí, Jakobson). [Aldebarán Toledo]

Anónimo dijo...

Efecto literario... buen término.
Eso se busca en el blog, textos con efecto litetario, sé que no van a ser la piedra angular de nada, pues no hay nada nuevo bajo el sol, pero si mucho por hacer y sudar al hacerlo. Y quién sabe, tal vez uno se vuelve tan citado como aquel dinosaurio monterroso. El chiste es seguir jugando con las letras, como con las células y su química. /\\/