24/7/09

LAS HOJAS SUELTAS



Un día entró malhumorado a una biblioteca en busca de un baño público. Luego, por el cansancio, había sudado por el esfuerzo, se sentó junto a una mesita con su lámpara dispuesta. Todo era un murmullo tibetano. Parte sonido de las muchas lámparas encendidas. Todo era paz. Casi nadie estaba allí. Respiro ese aire seco. Como harto por la quietud jaló un libro, lo azotó y alborotó, no sabía de su fragilidad, unas hojas volaron. Las leyó como no queriendo y quedó genuinamente fascinado, lo que nunca: tocaron esas palabras sueltas, fibras que a sus 47 nada había tocado. Buscó la numeración para encontrar la continuación. Nada, esas hojas no faltaban. Supo su maldición, levantó la mirada y casi todos los libros eran de ese tamaño, la búsqueda se antojaba titánica, pero por primera vez en la vida le vio un sentido a su vida.






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