7/5/09

CARTESIUS



Su cráneo impactó en el suelo desde el alto edificio. Lo absurdo de su caída sólo fue comparable con lo mío de abrirme paso entre el grito y la morbosa muchedumbre, para recoger, para reunir sus pedazos. Y ahí estaban, en mis manos y por todo el suelo: una niña diminuta pedaleando el triciclo rosa, los ojos de su madre, un pupitre de escuela donde pegaba chicles, ella y yo bajo las sábanas, rostros y rostros, cuatro cachorros en una caja de cartón, noches, palabras escritas, olores, sonidos innumerables, abstracciones y formas, objetos diminutos y exactos, mueckianos, pululando agonizantes como las cucarachas cuando se irrumpe en la húmeda quietud de los aljibes rociando insecticida.







Aldebarán Toledo

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó este relato, pero me parece que podría tener mucha más fuerza. Te hago algunas sugerencias, pero es sólo una opinión personal.

En general, creo que ganaría si se quitan algunos de los adjetivos: "El adjetivo cuando no da vida, mata" (Vicente Huidobro). Por el relato veo que es morbosa la muchedumbre, que es húmedo el aljibe. No pondría la referencia a Ron Mueck. Están bien este tipo de referencias, pero en este texto no me convence. Además, abreviaría la enumeración final. Hay imágenes maravillosas (el triciclo rosa, el chicle en el pupitre) y otras que no aportan, rellenan, y no hace falta (esos rostros y más rostros, incluso las noches, los aromas...).
Por último, creo que daría una vuelta a la frase final. El efecto me gusta (esas cucarachas desvariando por el insecticida), pero no me gusta su redacción.
Espero que no te molesten estas sugerencias. Me tomo la molestia porque me gusta tu escritura.

Anónimo dijo...

Ah, perdón, también quitaría, de la primera frase, lo del piso alto. No me importa de dónde caiga, sólo que el craneo se quiebra. Un abrazo!!!

Anónimo dijo...

Jejej, ¿por qué habría de molestarme? Al contrario, yo creo que la generación de comentarios como ese debe ser uno de los propósitos del blog. Y ya que lo hiciste, te agradezco. Sí, en definitiva el relato pudo tener más fuerza. Tenía una idea que según yo es una revisión crítica de ese dualismo cartesiano y quise expresarlo en un cuentito. Como suele pasar cuando se pasa la emoción del instante creativo, al día siguiente de que lo envié ya no me pareció que fuera bueno. Concuerdo con que la referencia a Mueck es desatinada con el tono general del cuento (la imagen de las pequeñas personitas del artista me tentó demasiado). Sobre los adjetivos, entiendo que estos tienen una función también sonora, y por eso es que a veces los escribo aunque no hagan falta. Pues se entiende que un edificio es alto, pero así sola la palabra "edificio" me parecía que no sonaba con la suficiente potencia y descuadraba con el ritmo general del relato (tal vez es cuestión de encontrar un adjetivo más atinado, menos obvio); y lo mismo para la humedad de los aljibes y la morbosidad inherente a las muchedumbres. También me doy cuenta de que hay un afán (no sólo en mí) de escribir adjetivos a modo de ripios: para llenar espacios que nos parecen vacíos o bien simplemente para que el microcuento no quede tan micro.
En fin, mucho qué pensar en torno a una actividad tan ociosa y nimia.
Se me ocurre que alguien podría escribir un cuento inicial, y luego otros autores podrían jugar con su contenido para crear otro cuento en torno a la misma idea. ¿Por qué no reescribes tú este mismo cuento (u otro, para el caso) como creas que puede sonar con mucha más fuerza? Yo haré lo propio. [Aldebarán Toledo]

Anónimo dijo...

Me parece muy buen ejercicio literario. Prometo mandar una versión, una reescritura, respetando la escritura inicial, en breve. Besos y feliz día

Anónimo dijo...

Su cráneo impacto en el suelo. Y ya no era sino pedazos. Lo absurdo de su caída sólo fue comparable con mis ganas de reunirla. Porque ahí estaban, en el suelo, entre mis manos: una niña diminuta pedaleando el triciclo rosa, los ojos de la madre de su madre, un pupitre de escuela donde pegaba chicles, ella para mí bajo las sábanas, cuatro cachorros en una caja de cartón, los ladridos en la noche, olores, palabras, abstracciones y objetos quebrados. Y ya no era sino un ejército de cucarachas agonizantes. Como cuando se irrumpe con veneno en los rincones de la casa.


(ESPERO NO HABERTE TRASTOCADO MUCHO EL TEXTO)

Anónimo dijo...

Querido Anónimo, voy a tomarme la libertad de subir al blog esto que has puesto en los comentarios... Sólo dos cosas, título y nombre... puedes usar seudónimo... O quieres que lo deje así?

Bienvenido, pues, /\\/

Anónimo dijo...

¡Sin problema! El título igual podría ser CON EL PERMISO DE CARTESIUS. Y anónimo... Gracias!!!