15/6/09

DIARIO DE GUERRA (1)

25 de julio de 1989.


… Lo perseguí por todo el suelo de terracería. Había perdido su arma y no le quedó de otra que correr como loco. A la distancia que aún nos separaba sólo pude escuchar los casi chillantes ruidos de su boca. Hizo mucho calor hoy. Mientras él trataba de subir por la pequeña colina de escombros tuve una oportunidad de disparo. Apreté el gatillo y le di justo en la espalda. Cayó y rodó un poco sobre las piedras deformes. Corrí hasta donde estaba y justo sobre de él vacié toda la pistola mientras él sólo gritaba “aaah”. Luego se quedó quieto. En su camisa y su cara empapadas se adherían costras de tierra y escombro. Sus ojos inusualmente abiertos me miraban sin pestañear, como si estuvieran tiesos.
Mi mamá gritó que ya se estaba haciendo de noche y que nos metiéramos a la casa. Mi hermano se levantó, se quitó la camisa mojada y la exprimió mientras me sonreía. “La próxima vez me toca a mí usar esa pistola”, dijo.







Aldebarán Toledo

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