22/6/09

HECATOMBE


Eco estaba rivera arriba. Empezó todo con los toros, la gente de tapete, las cabezas rodaban. El grito uno, la plegaria seca. Terminó con la erupción, la lava, la cama de fuego en la que se acostaron todos, prados, casas, calles, rincones, ojos abiertos. Eco veía su sueño, ahora en tiempo y espacio lejos de lo onírico. Se sintió Casandra, Clío y una Penélope viuda. La grieta se tragó a su pueblo y como nadie supo de la hecatombe, Eco se dedicó a repetir aquel augurio mal oído.








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