22/6/09

VOLCÁN DE LUCIÉRNAGAS I


La noche que se oyó el volcán, se oyeron muchas otras cosas… como susurros dentro de la tierra.
El calor creció hasta incendiar las buenas costumbres y la calma; por eso la lengua se meció como una hoja de otoño y se resquebrajaba hasta confundirse con el tabaco, entonces el humo salió por el manto de la piel floreciendo poco a poco con la transpiración de muchos deseos viejos… buenos como el ámbar; por la sed, llevé dos cántaros vacíos, para llenarlos con frescura. Fue cuando los ojos tropezaron con las sombras, y las hormigas nerviosas corrieron entre los dedos, los tobillos, hasta subir a las piernas.
Las huellas se negaron a seguir, porque las piedras se removieron, para mostrar el río.
Un árbol me detuvo por la espalda… firme y tierno, sus ramas me abrazaron, tal vez… para que no me diera miedo; se desprendieron muchas flores del huele de noche y bajé con ellas para rozar con los labios la miel que subió por la garganta. Me tendí sobre la hierba… y los pies violentos peces, recibieron el torrente, después al vientre y creyéndose marea, cubrió el pecho agitado como lo hacen las olas sobre la arena.





Arcelia del Ángel

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenida Arcelia... este es tu libro abierto. /\\/