1/6/09

MIA


Mía, con la cabeza hecha trizas, recordó aquel momento, en que lo conoció, ella no quiere olvidarlo.
Minutos antes lo negaba, la mirada tibia, el cielo despejado, sin luz sin sonido, sólo ella ahí, en el más absoluto silencio donde los pájaros no cantan, bostezan. Los árboles no existen porque el viento lleva su aroma, el sonido descansa. Sólo ella con esa mágica presencia que es un espejo, donde se mira, pero no se reconoce, porque son destellos.
Antes avanzó dos pasos y estuvo uno sobre el otro. Comenzó la plenitud. Ella recorrió su cuerpo y sintió la dulzura jamás descrita, recostó su cabeza sobre su hombro, anudó sus brazos hacia su espalda, sus ojos cerrados descansaron en el tiempo, sintió el borboteo de la nada y reposó con esa sensación de no querer salir, átomos en armonía, una sonrisa de paz, olvidó el movimiento del mundo, supo lo que es la eternidad, ella no lo provocó estuvo ahí y él con ella, sutil como siempre. Una orden la regresó, casi cae.
Aún siente la presencia y su cuerpo se estremece al recordar. Dejó un tatuaje, que llevará siempre en su nombre.






Ana Fragoso

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Ana Felicidades

es un texto que invita a imaginar, a trasladarse a espacios diversos en instantes de tiempo y una compañia y un sentir que expresa Mia.

jesus