22/6/09

LA ESCRITORA DE NOMBRES


No le iba a poner ni María, ni Eva, ni Yocasta. Tenía que ser algo entre Tei, Ata o Birmania. Un juguete de significados. Una cuna para la palabra más hermosa. Un criptograma de vida. Por eso quemó los diccionarios, enciclopedias y manuales. Adiós obras de teatro, antologías, novelas y revistas. No le iba a poner Dolores, no Casta, ni Prudencia. Tenía que sonar, sonar, como suenas tú.






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