30/9/09

DIOSES DE LA TRISTEZA


Quedamos sumergidos en el papel de agua. Las cabezas con tentáculos quedaron impregnadas de nuestro aroma a tierra y sangre. Quité la escalera de mi mente y recité otra solución. Mi acompañante, de vestido púrpura, se lanzó a la locura y cerró con sus dientes la puerta, que pesaba en mi espalda como un poema de despedida. Yo me acerqué a la razón y suspiré hasta que me hizo caso. Salí de ahí, mojado de letras y versículos amarillos y verdes. Busqué en las revistas a mi acompañante y me cercioré que había yo consultado al dios de los falsos.




Luis Vega

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