19/9/08

BIRMANIA LA MEMORIOSA


A todo le pone nombre. Todo lo suyo lo nombra. Así no es suyo, sino es. Empezó con los juguetes, claro -las mascotas bautizadas no faltaron en la infancia-, luego los detalles, que la estufa se llama Fraga, que Libélula, la laptop. Las cinco puertas de Tren de Viento -su casa-, tienen nombre, Abraxas, Etemenanki, Ollintonatiu, Dvara, Shinryu. Cuando le diagnosticaron la enfermedad del olvido buscó a Birmania, una diminuta muñeca que un Shibalba -sentimiento que nombró así-, le había obsequiado y le ató a Grilo -su única memoria USB-, y redactó la más larga lista de correspondencias. Comprobó que de todotodo todavía se acordaba. No quiso imprimir la lista y pegarle a cada cosa su nombre, para no extrañar a los ojos cuando no supieran ni que leían ni que nombraban. Sólo, de vez en vez, me molesta y me pide que le guarde un nuevo bautizo: eso que ves allí, dile a Birmania la memoriosa, que para mí, de nombrarlo lo llamaría…





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