10/9/08

PURIFICACIÓN



Un punto luminoso, rojo y cálido, consume un cigarrillo, desde una boca delgada llena de surcos de tiempo, desprende con los labios apenas separados, una niebla del color de las nubes en verano, el humo asciende en el aire y es tragado por una nube mucho grande y obscura, tan densa, tan sofocante como el aliento de un volcán, sus vapores sólo saben exhalar el olor a muerte, el hombre de medio siglo, que fuma absorto en el silencio de su obra que arde frente a él, carece de un gesto que delate emoción alguna, sus ojos fríos miran el cuerpo sin vida del hombre, cuya juventud aún puede intuirse, rostro que yace bajo la mugre y la sangre seca que lo cubre, rodeado de ramas de diversos tamaños y hojas todavía húmedas, todo es devorado por el fuego, la carne crepita al contacto con las flamas, mientras que el hombre de cincuenta con ropas negras, se aleja de aquel claro en el bosque, rezando en voz baja un Padrenuestro; sus pasos lo llevan a aquella capilla a lo lejos, con el tiempo ajustado, para iniciar la misa de seis.



Iván Flores

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