31/1/09

A LA VÍBORA DE LA MAR



Dicen que una mexicana sus frutos vendía, su ciruela; su chabacano; su melón y su sandía. En las verbenas y en el jardín de Matatena, les susurraba a todos, mostrando su mercancía: por aquí pueden pasar, los de adelante se corren muchos y los de atrás se quedarán.








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