El multi cine del centro comercial estaba abarrotado de parejitas adolescentes, grupitos de amigos tan iguales que unos parecían los clones de los otros, uno que otro despistado que, o había llegado temprano a la cita o lo habían plantado, y de esas familias caucásicas que se visten con una simetría casual que raya en la vacuidad de las revistas. Herodes escogió bien, uno de esos niños que vienen con los primos y se la pasa jugando por el lugar como si fuera el dueño de la explanada. Como que chocó y al instante se le cayeron las golosinas que un espectador común degustaría en la función. El niño malhumorado y sin nada de vergüenza como que le ayuda a recoger el desastre que causó, cuando en realidad se agencia dos o tres envolturas. Sólo observa en que sala entra, ya mañana buscará la noticia en el periódico.
Eva Mondragón
1 comentarios:
tengo la impresión de que este es un blog abierto a la crítica.
me tomaré la libertad de darte mi opinión.
el relato es descomunalmente vacio y falto de energia, el titulo dice mas que el propio relato y debiera ser al revés, las analogias que pretendes son poco descriptivas, inconclusas e inconexas. Las alteraciones historico- cosmogónicas son un exelente recurso o tema literario solo cuando se manejan adecuadamente y se conocen plenamente. Encuentro una ambiguedad y una pasividad espasmódica, falta de recursos y creatividad.
cito a borges al decir "uno es por lo que ha leido y no por lo que escribe", sin mas te incito a profundizar tus lecturas y por consecuencia a mejorar tus esfuerzos literarios.
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