3/10/08

DOS LÍNEAS QUE SE CRUZAN EN UN PUNTO



Adolf Loos dix it: la cruz –la equis–, fue el primer garabato trazado por la mano humana en la pared de alguna remota cueva: la mujer yacente y el hombre que la penetra. Así debió saberlo Octavio cuando después de seguir al pie de la letra las complicadas indicaciones del mapa se encontró, perplejo, en la habitación de Julia, que lo esperaba recostada en cama, desnuda de punta a punta. Siguiendo la lógica de esa abstracción, igualmente lícito es conjeturar para el signo otro origen: el hombre que con lanza da muerte a su semejante. Así debieron pensar los bandidos perseguidores, codiciosos de un tesoro equívocamente imaginado, cuando horas después la bala irrumpió el reposo de los amantes y atravesó perpendicular el cuerpo de Octavio que se aprestaba a la defensa.





Aldebarán Toledo

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