10/12/08

HILARANTE LA LIBÉLULA LÓBREGA LIBERA DE LOS LABERINTOS A LILA


La luz iluminaba la lealtad de sus ojuelos lastimeros. Lentos los labios balbuceaban la letanía noctámbula; la mano derecha se desliza leal sobre la muralla derecha. Lamentablemente no acertaba salida alguna. Estaba más malversada que Alicia en las Maravillas. Sin conejo blanco, ni gato de Cheshire, Lila atolondrada cavilaba soluciones a los pasillos. Velada vaciló su larga libación que hacía pequeña a quien la calara, el liquido otro mal olía, pero tal vez alargaba al bebedor. Las lágrimas salientes le volvieron a vulnerar la piel.
La luminosidad se limitó al horizonte. Mal alimentada lloraba desconsolada, ya no era divertido perderse en un libro. Lo que alcanzó a lucrar es que, lo que queda después del alma, la hilarante libélula lóbrega alcanzó a elevar, y la enalteció por los muros, y la llevó a volar más allá de los laberintos y las letras de su librero.







Eva Mondragón

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