2/12/08

ÁSPERAS CONVERGENCIAS


Ella habla y él escucha tratando de poner atención sin lograrlo. «Esforcémonos más; o aún mejor, dejemos de esforzarnos». Pero ella parece no entender mucho sobre este doble filo del esfuerzo, ni sobre Sartre, por ejemplo. Ella decide quedar bien con una plática de escaparates o de curas pederastas. Él pregunta algo. Ella desvía la mirada antes de responder, como cuando se presiente que la respuesta será un perfecto desatino. Todo se vuelve un tierno, inocente, pero peligroso interrogatorio. Aún mejor: un fatal interrogatorio que los alejará cada vez más de un próximo encuentro.
Ella piensa: qué contradicción. Él piensa por su lado en contra-dicción, y silenciosos los dos miran el libro que tienen sobre la mesa, desde el cual un argentino afrancesado los ve, pensando que estar de acuerdo tal vez sea la peor de las ilusiones.




Gabriel Gutiérrez-Ferri

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