2/12/08

PECADO


Se reprocha la rigidez de sus manos. Experimenta desamparo y desesperación dentro de la misma “D” número 16 de su domicilio. Telefonea rápidamente a su madre para no sentir culpas. Respira por fin. Siente frío -quién sabe si debido al clima o a sus propias venas-. Toma la gabardina y la bufanda. Sale por la puerta trasera. Camina hasta la esquina. Se detiene en seco. Enciende un cigarrillo. Cree ver a dos patrullas que hacen alboroto en su calle -como lo pensaba: alguien tuvo que oír algo-. Acelera el paso hacia cualquier sitio -siempre y cuando en dirección opuesta a las patrullas, si es que son de verdad patrullas-. Reza un padrenuestro pensando que así nunca se darán cuenta de que él lo hizo.




Gabriel Gutiérrez-Ferri

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