5/3/09

COCINA INDUSTRIAL


Hace cinco horas a Ignacio el dolor de espalda lo estaba jorobando a la inversa, su cuello cada vez más al cielo. Llegó el punto en que se dobló totalmente. Su nuca casi en las curvas de las rodillas. Una hora después se desdobló de un golpe, dejó de ser puente y la piel se le reventó, algunos vimos como se hizo ovillo y la espalda viva empezó a hervirle y los huesos a crecerle. El dolor debió de ser tal, que fue mejor opción tirarse a la panga de aceite hirviendo que seguir así. Y mire usted, se cocinó todo, bien chicharrón quedó… Y no, ninguno de nosotros teníamos algo contra Ignacio para inventar tal historia. Aquí le aceptamos y le dimos trabajo a pesar de las habladurías, además, mire usted, estas plumillas blancas, éstas no se quemaron y quién sabe de dónde salieron. Dan en que pensar.








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1 comentarios:

Cien Palabras dijo...

La imagen de este cuento es en realidad un cuadro de la artista plástica Atenea Baizabal. Cocina industrial nació de juntar una idea que ya tenía con la observación del cuadro. Por eso, a mi parecer, son como dos historias, dos posibilidades, en una. Sin más, quería darle el crédito a mi amiga.

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