9/3/09

HOMBRE – ÁRBOL


En Barcelona, entre los colores y sabores de las Ramblas, Julián jugaba a ser estatua mientras se transfiguraba, con un maquillaje perfecto y un excelente disfraz, en un árbol sin raíz. Sólo bastó que ella lo mirara para que de repente, del pavimento, se levantaran unas enormes radículas, sus brazos se volvieran ramas reales (sin contar que le crecían cien más) y sus piernas, tórax y cabeza se fundieran y dieran lugar a un imponente tronco. Adiós a los días de “irse de marcha” y de continuar con el arte de representar. Hola a la longevidad y al constante vigilar.







Cristina Sousa

2 comentarios:

coloquio de los perros dijo...

Pensar en la temporalidad y permanencia cada vez que observamos o sentimos algo es increible, mas bien irreal, pues el mundo - desgraciadamente - es real. Lo bueno de la escritura es que nos da la esperanza de tener un poquito de esa divinidad estetica que nos propicia inmortalidad.

Gracias por mostrar Barcelona a travez de tus letras escarlatas

Anónimo dijo...

Y seas bienvenida Cristina.
Qué sea medio de viaje y album este espacio de palabras.

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