2/3/09

MISIVA AL VIENTO


Para empezar una carta como las de Adriana, se necesita la bruma del alejamiento, el peso de los días ambulantes que son la materia necesaria para construir la nostalgia. No hay relojes ni calendarios a los que ella acuda para encontrarse en el tiempo, sólo ES mientras escribe, mientras su mano moldea con palabras la añoranza del futuro, con fragancia, a los ayeres. Para Adriana existe el vacío cuando deja de esperar. Deja caer al suelo las hojas escritas para verse rodeada de un nido de letras que se acumulan sin recibir respuesta. Cartas sin código postal conocido; ilusión que cultiva la idea de que los muertos acaso respondan alguna vez.





Iván Flores

2 comentarios:

Anónimo dijo...

precioso texto. Decía Virginia Woolf: "Nada ocurre hasta que no lo escribes”. Gracias por tus textos. Los disfruto.

Iván Flores dijo...

Muchas gracias por tu comentario, espero seguirte complaciendo
saludos