12/2/09

LAICA


Ayer, como cada sábado, fuimos a comer con mi madre.
En la sobremesa mi hija pasó corriendo como alma que lleva el diablo de mi antiguo cuarto al jardín, con una caja blanca. Con la velocidad de los recuerdos desempolvándose, reclamando el olvido. Retornó lenta, como alma en pena, arrastrando la tapa blanca con unos simpáticos hoyitos. Masticaba unas palabras tristes.
-No estaba viva, mamá. Se hizo polvo.
Y el recuerdo revivió. Al revés. Yo niña corriendo como alma que lleva el diablo del jardín a mi cuarto. Sacaba todo lo de mi caja de cartón, le ponía una mantita, un platito con agua, unas hojitas, y a la tapa la perforaba con un lápiz, para que su nueva habitante tuviera cama, comida y aire.
-Esa es la caja que traías como manda cuando eras niña, eras increíble. ¿Recuerdas? le contabas todo a tu amiga imaginaria que según vivía allí, hasta que quién sabe qué bicho te picó y la olvidaste bajo tu cama. Musitó mi madre.
Quién sabe qué bicho me picó. Pero hasta ayer mi alma se llenó de pena.
-Mamá, sólo me dio las gracias y se hizo polvo.





Eva Mondragón

2 comentarios:

juvman dijo...

Un pequeño reconocimiento a la labor de este blog: un dardo que les mando con mucho cariño hasta la bella Xalapa. Pásense por mi blog para recibirlo.
Abrazos.

Anónimo dijo...

Mi buen y bien amado Topi!!! De primera no reconocí el Juvman... secos tres o cuatro segundos mis ojos repasaron tal y como que no lo ubicaban. Pero pasó. Uyyy qué belleza que hayas topádote con este mi blog-proyecto-bebe de Cien Palabras. Eres bienvenido a leer y a/o escribir. Besos rotundos.
/\\/ o, por si no me reconoces Ana Valderrama