26/2/09

LOS MUERTOS (II)



Mi hermana y yo le conocimos en un taller literario. Era el maestro. Recitaba a Nicolás Vallejo con voz cavernaria, tan solemne: “Me matan si no trabajo, y si trabajo me matan; siempre me matan, me matan…” Se llamaba Indio Juan, tenía el pelo blanco, cantor con Quilapayún, argentino que se burlaba de Argentina, del mundo entero. “Siempre me matan” y nos entraba la risa por su voz de sacerdote, de prelado, de gurú. Se tomó con humor nuestras burlas y nos concedió el honor de ser nuestro amigo. Un día antes de morir, en el hospital, con ese color amarillo revoloteando indecente por su pelo blanco, nos llamó al lado de su cama. Nos preguntó por los gatos. Con qué cariño nos preguntó por ellos. Después, cuando ya estábamos a punto de salir, nos tentó las manos, nos las acarició, nos las posó sobre las suyas y simplemente dijo: “Que no haya olvido, chicas, que no haya olvido”.








Milena

1 comentarios:

Anónimo dijo...

mil gracias por los gatos!!!